jueves, 29 de mayo de 2014

No pudimos


Sin pena ni gloria desde 1986, las elecciones al Parlamento Europeo, celebradas cada cinco años, han pasado sin pena ni gloria por la política española como comicios de tercer orden y que como mucho servían para refrendar o reprobar la gestión del partido en el Gobierno en ese momento: las de 1986, 1989 y 1994 para Felipe González, las de 1999 para Aznar, las de 2004 y las de 2009 para Zapatero y estas últimas para Mariano Rajoy.

A pesar de que eran más importantes que nunca, todo parecía apuntar a que se iba a repetir la historia de siempre: baja participación, discursos nacionales para una elección europea y algún que otro partido estrafalario que pensaba aprovecharse de la abstención y de la circunscripción única.

Pero cuando el domingo, con un cansancio que ni me tenía en pie por haber estado como apoderado en un colegio electoral de 8:00 a 22:30 sin parar, me encontraba en Ferraz 70 (sede federal del Partido Socialista) con mis compañeros, y los resultados salieron de golpe en las pantallas a las 23:00, supe que no iba a ser lo de siempre…

Los dos principales partidos habían reducido su representación en Estrasburgo en 9 diputados (8 en el caso del PSOE), un partido con cinco meses de vida bajo el liderazgo de un mediático y carismático politólogo había conseguido de golpe 5 escaños e Izquierda Unida, a pesar del aumento de apoyo y de su dilatado trabajo, se había quedado en 6 (3 veces más, sin embargo, que en 2009).


Han podido


Cuando vi la presentación de Podemos en enero reconocí muchas caras familiares a lo largo de la carrera: mi profesor de Geografía Política de 3º, Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero, conocido sobre todo por ser asesor del Presidente Hugo Chávez (no lo digo como algo despectivo, es que era conocido sobre todo por eso), Íñigo Errejón, investigador, Carolina Bescansa, experta en comunicación política,…

Su discurso era muy familiar, era el que se había escuchado en la Puerta del Sol durante el llamado “Movimiento 15-M”, pero que ningún partido (ni siquiera IU) había conseguido recoger. Su líder y cabeza de lista, un profesor de Ciencia Política que en 2008 había llegado a decir que Zapatero era "un líder progresista de referencia mundial, le era familiar a una generación de jóvenes que le conocían no como yo de los pasillos de Somosaguas, sino de las redes sociales y de programas on-streaming como La Tuerka. Para generaciones más entradas en años y para aficionados a las tertulias, era aquel tipo que casi cada día se sentaba junto a Jesús Cintora en “Las mañanas de Cuatro” y los sábados en “laSexta Noche” plantando cara con tono pausado y actitud relajada a histéricos como Alfonso Rojo o desquiciantes como Francisco Marhuenda.

En enero Pablo Iglesias tenía media campaña electoral hecha porque, a pesar de ser un programa electoral colectivo, el discurso de Podemos había salido ya de la boca de Pablo Iglesias en platós de televisión y en frases de 140 caracteres.

Cuando uno lo lee, puede estar más o menos de acuerdo. Yo, personalmente, no lo votaría porque muchas de sus propuestas son sencillamente imposibles de hacer, no por falta de actitud, sino de competencias, no hay que olvidar que, a fin de cuentas, el Parlamento Europeo es un co-legislador, sigue siendo una de las dos voces a la hora de hacer normas en Europa, y la otra voz tiene cara de Estado, 28 caras para ser exactos, a través del Consejo de la Unión Europea. Lo que desde luego no cabe es su demonización, actividad favorita del TDT Party en los últimos días, y distorsión como decir que se propone salir del euro, que TODAS las empresas de telecomunicaciones, energía banca o alimentación deben ser nacionalizadas o que se van a comer niños crudos.

Más que eso, lo que los partidos de izquierda o el centro-izquierda (y aquí meto también a Izquierda Unida, además de al PSOE) deberían plantearse es el porqué ese 1.245.948 votos no han llevado un puño y una rosa o las dos letras minúsculas verde y gris. Muchas personas de Izquierda Unida como Alberto Garzón hablan ahora de alianzas de cara a las municipales y autonómicas de mayo de 2015 y generales de noviembre. Es lógico, el voto de Podemos no era un voto del PP…

Otros, borrachos de éxito (no es para menos, todo hay que decirlo), dicen que si se han conseguido 5 eurodiputados ahora, en 2015 se puede llegar a ser partido llave de un Gobierno. Como politólogo en las redes sociales no me canso de decir (unos me llaman aguafiestas, otros socialista envidioso) que los resultados de unas elecciones europeas no se deben extrapolar a unas municipales o generales: en primer lugar porque la participación no es la misma (en municipales y generales suele estar en el 60-70%; en segundo porque la circunscripción tampoco, es el municipio en las municipales y la provincia en autonómicas y generales, lo que implica que se premia a los partidos que consigan mayor voto por el sistema D’Hondt; y en tercero porque el voto en europeas es un voto mucho más “experimental”, es decir, que hay personas que votan a partidos que en otras ocasiones no harían porque saben que es más fácil que obtengan representación.

Cosa distinta sería si IU y Podemos concurrieran en alianza a las próximas convocatorias electorales, como acudió por ejemplo el PSOE con el entonces PCE a las municipales de 1979 consiguiendo numerosos ayuntamientos. Sería entonces cuando el PSOE debería preocuparse, no porque Pablo Iglesias pudiera expropiarles las casas, sino porque dejaría de ser el partido referencia de la izquierda. Pero el PSOE… ay el PSOE…


La cerilla que prendió el monte


Si alguien nos hubiera dicho el sábado que dos días después la férrea ejecutiva de Ferraz, liderada desde el 38º Congreso por Alfredo Pérez-Rubalcaba, iba a convocar un nuevo congreso de renovación creo que nadie se lo hubiese creído. Pero, como he dicho al principio, las caras el domingo quedaban divididas entre el entusiasmo enfermizo de quienes incluso con ese resultado creían que su deber era apoyar a la Ejecutiva y aplaudieron enfervorecidamente cuando Elena Valenciano bajó a decir únicamente “Gracias y a seguir trabajando” (únicas palabras para quienes nos habíamos dejado la piel en la campaña y en la jornada electoral), y entre quienes pensábamos que esto era la cerilla que terminaba por prender el monte.

Todo ha sido en cascada: convocatoria de congreso, indignación por ser antes que las primarias, convocatoria de congresos en algunas CC.AA., #PrimeroPrimarias, #1militante1voto

La eclosión de demandas y reivindicaciones no vienen a demostrar otra cosa que no sea que desde febrero de 2012, cuando Rubalcaba venció a Carme Chacón y eligió en su nuevo equipo a personas, en la mayor parte de los casos, de su más estricta confianza (con excepciones de profesionales en sus temas como Juan Moscoso en Unión Europea) sin importar su capacidad de gestión: se colocó para la gestión interna (Organización) al antiguo Secretario General de Castilla y León sin sangre en las venas y un pasado sin pena ni gloria en su región, de portavoz en el Congreso a una persona sin experiencia ni capacidad para hacer frente a una figura como Soraya Sáenz de Santamaría,…. Personas que no dudaron en acallar las voces que decían una y otra vez que se estaba volviendo hacia atrás, que la ciudadanía nos exigía oposición de izquierdas al Gobierno y no “postureos” de ese término que tanto gusta, “personas de Estado”, que no estábamos reaccionando bien ante mensajes como las elecciones gallegas, ante los ERE, ante el caso de acoso en Ponferrada,…

Todo ello ha sido esconder la basura bajo la alfombra e intentar caminar sobre ella sin caerse… pero todo tiene un límite. Y el tiempo se ha agotado para la militancia y, lo que es más importante, para la ciudadanía. Ambos reclaman más participación, y si primero tiene que ser el congreso (opción bastante discutible, lo mejor sería, de momento, una gestora como pasó entre marzo y julio de 2000 con el paso de Almunia a Zapatero), que sea, al menos, por elección directa de los 200.000 militantes, el llamado ahora “Método Madina” pero que ya propuso Carme Chacón en 2012 sin éxito. Un método que evitaría que los delegados se "corrompiesen" y no cambiaran su voto en función de ofertas de los candidatos, dando voz a los militantes directamente, cosa que a algunos como Ramón Jáuregui, Manuel Chaves o José Bono, adalides de la modernidad, parece no gustarles un pelo.


Pero lo prioritario es llegar en condiciones de estabilidad y competitividad entre los candidatos a las primarias, unas primarias abiertas a la ciudadanía y que se presentan como el único salvavidas que le queda a este partido con 135 años de Historia que, por culpa de algunos que nos han calificado a los críticos como “traidores” o cosas peores y que se han dedicado a adular con tal de no perder su sillón o nómina, está a punto de naufragar.

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