jueves, 29 de julio de 2010

Cataluña, una vez más, a la vanguardia

Ayer, miércoles 28 de Julio de 2010 fue, sin duda, un día histórico para todos los españoles que día tras día nos erigimos en defensa de los animales.

El Parlament de Catalunya aprobó por 68 votos a favor frente a 55 en contra la prohibición de celebrar corridas de toros en todo el territorio autonómico a partir del 1 de Enero de 2012.

Pero sin duda esta noticia no ha sido algo que a partidarios y detractores haya pillado por sorpresa. Hacía cosa de un año, la plataforma Prou! (¡Basta! en catalán) presentaba ante el hemiciclo autonómico una iniciativa popular para que la "fiesta nacional" fuese erradicada, al menos, en Cataluña.

Pero ante una iniciativa en favor de la protección de los animales que incluyera al toro, algunos encontraron enseguida material para avivar sus propias calderas y presentarla ante el Parlament como un rechazo de los "símbolos" de España en Cataluña, como es el caso de Esquerra Republicàna, lo que a su vez sirvió a muchos defensores de la fiesta para hacérnoslo ver a los demás únicamente como un símbolo del separatismo. Nada más alejado, sin duda, de las intenciones de Prou!.

Uno de los principales argumentos en favor de la prohibición era el precedente que había sentado en 1991 el Parlamento Canario. Bien es verdad que la situación de Canarias no era comparable, pues a la poca tradición taurina en el archipiélago, se unía la dificultad de transportar los animales desde la Península.

Desde luego no sorprende que quienes rechazan todo lo que viene de Cataluña, como digo yo, los de siempre, hayan alzado sus voces en defensa de lo que ellos consideran un símbolo de unidad nacional, una seña de identidad del espíritu españolista del puro y la copa de cognac y los domingos a misa. Una vez se aceptó a trámite la iniciativa popular, los dueños y señores de los feudos del Partido Popular, defensores como ya he dicho de ese modelo de España, como son los señores Valcárcel, Camps y la señora Esperanza Aguirre (Murcia, Valencia y Madrid respectivamente), no tardaron en iniciar los trámites para declararla dentro de sus territorios como bien de interés cultural. Sí, porque lo que se hace en clave autonómica en Cataluña es separatismo, y lo que se hace en clave autonómica en Madrid, Valencia o Murcia es salvamento de la patria.

Ahora bien, quizá el ejemplo que voy a describir ahora sea muy típico y muy simplón, pero es suficiente para mi intención. Pongamos que un día Esperanza Aguirre, Presidenta de la Comunidad de Madrid, saliera como cada día de su casa en la céntrica Calle de la Madera, en el barrio de Malasaña, y que al llegar a la Plaza de la Luna, situada tras la Gran Vía, viera a una multitud gritando y silbando animosamente, y que cuando se acercara más, viera en el centro de esa multitud, a un hombre vestido con lentejuelas y de la forma más estrambótica posible sujetando por las patas a un mastín, y, con la otra mano, sosteniendo un cuchillo con el que previamente le ha abierto las tripas, que están cayendo sobre el pavimento mientras, en sus últimos instantes de vida, el cánido derramara sus lágrimas... ¿Alguien piensa que Esperanza Aguirre o cualquiera de lo defensores de la fiesta reaccionaría positivamente ante esto? Pues, por crudo que parezca, esto es lo que algunos llaman la "fiesta nacional", el ver como un animal, en clara desventaja, es alanceado, acuchillado y desangrado en mitad de un ruedo mientras las multitudes disfrutan de su suplicio y aplauden a su torturador por lo bien que ha hecho sufrir al animal.

Y sin duda, como miembro del PSOE, espero que un partido que se erige en defensa del Medio Ambiente y la sostenibilidad, vote, si llega algún día al Congreso, en favor de esta abolición, o que, por lo menos, de libertad de voto a sus diputados como ha hecho el PSC.

Y así, un año más tarde, aquí nos encontramos, en un país conocido en el exterior (muy a mi pesar, por lo menos) por los toros y el olé olé!, donde ya sólo en 15 de las 17 CC.AA se podrá disfrutar del espectáculo de la muerte de un animal de la manera más lenta, cruel y sanguinaria.

Que nadie me venga con cinismos de que también a los cerdos se les mata... claro que se les mata, pero de una forma rápida y no torturándoles lentamente mientras se disfruta de ello... que ningún ignorante me venga a decir que los toros se extinguen si no hay corridas de toros... los toros no se extinguen por la sencilla razón de que es el macho de la vaca, y es necesario para inseminarlas, o que nadie se atreva a decir "es que es libertad", porque igual que tú no eres libre para coger y pegarle una paliza a tu mascota y no tener responsabilidades penales por ello por la Ley de Protección Animal (cada comunidad autónoma tiene una propia), tampoco eres libre de ir a ver una tortura como esa. ¿O es que alguien piensa que están bien aceptadas las peleas de perros, ahora en la clandestinidad por considerarse delito?.

Hace unos meses localizaba en Internet una viñeta de Ernesto Rodera en la que un macho cabrío decía "Sin corridas de toros no habría lidia, sin caza no habría equilibrio ecológico, la crisis puede servir para ganar productividad y competitividad. Si uno se empeña puede justificar lo que sea." Cuánta razón tenía.

miércoles, 14 de julio de 2010

España, campeona


Habría que vivir como un ermitaño en un monte para no enterarse de que la Selección Española de Fútbol ha ganado, por primera vez en su Historia, la Copa del Mundo en Johannesburgo.

Para los que no le gusta el deporte rey, ni siquiera cuando se trata de campeonatos internacionales, no significa nada… ¿o quizás sí?

Es muy probable que si nuestra selección de waterpolo ganase el mismo título, la vida transcurriría sin más sobresaltos que una pequeña referencia en los periódicos de tirada nacional, pero por algo llaman al fútbol, como he dicho antes, el deporte rey. Y esto es porque tiene la capacidad de movilizar a millones de personas, más incluso que unas elecciones generales. Esto es un gesto que algunos califican de “paleto”, por aquella visión trastocada del fútbol de la bolsa de patatas, la cerveza y la tarde de domingo…

Pero esta vez no. Esta vez no se trataba de una mitad de la familia delante del televisor defendiendo a una empresa privada, no, esta vez toda la familia se encontraba viendo a once tíos que representaban nada menos que a 47 millones de ciudadanos…. Y ganaron… pero no ganaron 23 jugadores y un seleccionador, no, ganaron, como digo, 47 millones de personas.

Parece mentira que tan sólo un día después de la manifestación en defensa del Estatut de Catalunya por las calles de Barcelona, que desembocó en una manifestación soberanista, una única nación, la española, esa nación tímida a mostrar sus sentimientos por miedo a calificativos fascistas, vibrara con una misma voz cuando en el minuto 116, un ranero, como llaman a los paisanos de Fuentealbilla (Albacete), conseguía colarle el balón a Stekelenburg, capitán y portero de la selección neerlandesa.

Ciertamente nuestros jugadores pueden recordarnos fácilmente a determinados versos del poema Vientos del pueblo de Miguel Hernández, aquellos que decían

Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.

Porque eso es lo admirable, que no se piensa, o no debería pensarse, que quien nos metió en la final de un cabezazo fue un catalán, usando un tono despectivo, no, sino que fue un español de Cataluña, igual que quien bailó con el balón ante los alemanes fue un español del archipiélago canario, Pedrito,… Sin embargo, no nos debe de extrañar que en el autobús que recorrió anoche las calles de Madrid ondearan la senyera haciendo mención a Cataluña, Valencia, Aragón y Ballears, la blanquiverde andaluza, la ikurriña de Javi Martínez o la tricolor canaria, porque nuestros jugadores se acuerdan de su tierra, es normal. Andrés Iniesta se acordaba de Fuentealbilla, y si hubiera tenido una bandera de su pueblo, o de Castilla-La Mancha, la hubiera ondeado, y no por eso debemos pensar que es un nacionalista o un independentista manchego.

Debería servir de lección para aquellos que dicen que se rompe España, o que España no es una nación… España es una nación plural, pero unida. Y esta unidad no es necesario que se imponga a golpe de bandera, porque es un sentimiento que aflora por sí mismo, ya se sea de izquierdas, de derechas o apolítico, no confundamos el ondear la bandera y sentirte orgulloso de tu país con el hacer alusión a un pasado funesto como fue el Franquismo, no cometamos el error de dejar que unos pocos se apropien de nuestros símbolos, porque nuestro propio escudo nos recuerda que somos una pluralidad pero con un mismo sentimiento, nos lo recuerdan esos 5 escudos de los antiguos reinos (Castilla, León, Aragón, Navarra y Granada) junto con el símbolo de la Casa de Borbón en el centro.

Algunos dicen que la victoria española sólo ha servido como engañabobos, para que nos olvidemos por unos días de la situación del país (paro, desprestigio de la política, caída de la confianza,…). Y la verdad, tienen razón, pero no en lo referente a calificarlo de modo negativo. Los españoles necesitaban un estímulo, algo que les alegrase, algo que les sacara de la monotonía informativa centrada casi únicamente en la crisis, y, por suerte, lo han conseguido.

Dice un bueno amigo mío que en el Mundial es donde las naciones se juegan su prestigio, y hasta hace poco no le había tomado en serio, pero lo cierto es que ahora me he dado cuenta de que no le falta razón, porque España se jugaba mucho y, sin duda, lo ha ganado todo.

domingo, 4 de julio de 2010

Madrid, paralizado


Decía Oscar Wilde, autor de la tan renombrada y de nuevo de actualidad “El retrato de Dorian Gray”, que sólo podemos dar una opinión imparcial sobre las cosas que no nos interesan, sin duda por eso mismo las opiniones imparciales carecen de valor.

No he negado nunca mis ideales, y espero no tener que hacerlo nunca, porque ese será el momento en que la democracia habrá desaparecido. Nunca he negado que mi ideología se asemeja en gran parte a la del Partido Socialista Obrero Español, que se asemeja, pero que NO ES LA IDEOLOGÍA CALCADA del PSOE. Por mucho que algunos lo piensen, si mi partido me dice que me tire por el Viaducto de Madrid, no me voy a tirar. Ahora bien, si ese partido sigue siendo el abanderado de mis ideas lucharé por él y trabajaré duro.

Dicho lo cual, que creía que era necesario decirlo, pasaré a escribir sobre un hecho que ha conmocionado no sólo a la ciudad afectada, Madrid, sino a toda España.

A mediados del pasado mes de Junio, los trabajadores de Metro de Madrid anunciaron tres días de huelga (del 29 de Junio al 1 de Julio) con servicios mínimos del 50%. Pero llegada la mañana del día 30, a las 6:00, hora a la que abre el Metro, los madrileños se encontraron con estaciones cerradas, en cuyos paneles figuraba el paro total del servicio. Las consecuencias no se hicieron esperar: autobuses de la EMT en Madrid y del Consorcio de Transportes de la Comunidad de Madrid repletos de pasajeros, largas colas en las paradas y los intercambiadores, andenes de Cercanías (bajo jurisdicción del Ministerio de Fomento, no de la Comunidad, para que no nos olvidemos) atestados…

El gran Madrid se quedaba sin una de sus motores, un motor que transporta cada día a más de 2.000.000 de personas no sólo de la capital, sino también de Getafe, Leganés, Alcorcón, Alcobendas, Coslada,…

Pero llegó el día 30 y los vagones seguían en las cocheras, pero esta vez bajo aviso para que los usuarios pudiesen tomar precauciones.

El sentimiento general en la calle era de crítica radical hacia los trabajadores de Metro, los ciudadanos, que en 23 años no habían sufrido algo de tal envergadura, mostraban así su descontento causado por su llegada tarde a sus puestos de trabajo o a su destino. Pero no sólo el pueblo alzó su voz, pudimos también escuchar al Ministro de Fomento y Vicesecretario General del PSOE, José Blanco, hablar de “insolidaridad” al referirse a los huelguistas por la falta de servicios mínimos. Pero a quien se esperaba escuchar a la máxima responsable del Metro de Madrid, la Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre. Y para quienes siguen mínimamente el panorama político-social español, de uno u otro signo, no les sorprendió la reacción de la lideresa madrileña. De su boca llegaron incluso a salir expresiones como “borroko-sindicalistas”, no podíamos esperar menos de ella los que estamos bajo su Gobierno.

Esperanza Aguirre, José Blanco, los ciudadanos de la Comunidad,… hemos escuchado sus opiniones en diversos medios. Pero, ¿no deberíamos ir al origen de la huelga? Los trabajadores. Para quienes no lo sepan, los trabajadores de Metro de Madrid (conductores, controladores, limpiadoras, guardias de seguridad,…) NO SON FUNCIONARIOS como Aguirre quiere hacer creer. Es algo comprobado y que no ofrece duda. Por tanto, de esta afirmación se desprende que sí pueden ser despedidos y que NO SE LES PUEDEN APLICAR LAS MEDIDAS DE AUTORIDAD DEL GOBIERNO CENTRAL. Ese y no otro ha sido el motivo de la huelga, que se ha violado el convenio colectivo, lo cual sería legítimo, pues el Derecho Laboral establece que las leyes derogan los convenios colectivos. Pero es que estamos hablando de que se ha aplicado a personal laboral, vinculado por un contrato y no un nombramiento (como los funcionarios), una serie de medidas (como la rebaja del 5% del sueldo) que iban orientadas a los funcionarios única y exclusivamente.

Esta es la triste historia de las empresas públicas en la Comunidad Autónoma de Madrid. Desde luego el liberalismo radical que encabeza Esperanza Aguirre es una ideología que aprueba la privatización (o capitalización), pero tenemos modelos conservadores como el de La Rioja (por no irnos a modelos de Gobiernos socialistas como Extremadura y Andalucía), en que las empresas públicas son una bandera de estado de bienestar en todo momento. Pero llegará Mayo y las urnas volverán a dar masiva legitimidad a este Gobierno Autonómico. Por tanto nos queda hacer alusión a esa popular expresión de “cada uno tiene lo que se merece”, y los madrileños nos lo tenemos que aplicar.