miércoles, 14 de julio de 2010

España, campeona


Habría que vivir como un ermitaño en un monte para no enterarse de que la Selección Española de Fútbol ha ganado, por primera vez en su Historia, la Copa del Mundo en Johannesburgo.

Para los que no le gusta el deporte rey, ni siquiera cuando se trata de campeonatos internacionales, no significa nada… ¿o quizás sí?

Es muy probable que si nuestra selección de waterpolo ganase el mismo título, la vida transcurriría sin más sobresaltos que una pequeña referencia en los periódicos de tirada nacional, pero por algo llaman al fútbol, como he dicho antes, el deporte rey. Y esto es porque tiene la capacidad de movilizar a millones de personas, más incluso que unas elecciones generales. Esto es un gesto que algunos califican de “paleto”, por aquella visión trastocada del fútbol de la bolsa de patatas, la cerveza y la tarde de domingo…

Pero esta vez no. Esta vez no se trataba de una mitad de la familia delante del televisor defendiendo a una empresa privada, no, esta vez toda la familia se encontraba viendo a once tíos que representaban nada menos que a 47 millones de ciudadanos…. Y ganaron… pero no ganaron 23 jugadores y un seleccionador, no, ganaron, como digo, 47 millones de personas.

Parece mentira que tan sólo un día después de la manifestación en defensa del Estatut de Catalunya por las calles de Barcelona, que desembocó en una manifestación soberanista, una única nación, la española, esa nación tímida a mostrar sus sentimientos por miedo a calificativos fascistas, vibrara con una misma voz cuando en el minuto 116, un ranero, como llaman a los paisanos de Fuentealbilla (Albacete), conseguía colarle el balón a Stekelenburg, capitán y portero de la selección neerlandesa.

Ciertamente nuestros jugadores pueden recordarnos fácilmente a determinados versos del poema Vientos del pueblo de Miguel Hernández, aquellos que decían

Asturianos de braveza,
vascos de piedra blindada,
valencianos de alegría
y castellanos de alma,
labrados como la tierra
y airosos como las alas;
andaluces de relámpagos,
nacidos entre guitarras
y forjados en los yunques
torrenciales de las lágrimas;
extremeños de centeno,
gallegos de lluvia y calma,
catalanes de firmeza,
aragoneses de casta,
murcianos de dinamita
frutalmente propagada,
leoneses, navarros, dueños
del hambre, el sudor y el hacha,
reyes de la minería,
señores de la labranza,
hombres que entre las raíces,
como raíces gallardas,
vais de la vida a la muerte,
vais de la nada a la nada:
yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.

Porque eso es lo admirable, que no se piensa, o no debería pensarse, que quien nos metió en la final de un cabezazo fue un catalán, usando un tono despectivo, no, sino que fue un español de Cataluña, igual que quien bailó con el balón ante los alemanes fue un español del archipiélago canario, Pedrito,… Sin embargo, no nos debe de extrañar que en el autobús que recorrió anoche las calles de Madrid ondearan la senyera haciendo mención a Cataluña, Valencia, Aragón y Ballears, la blanquiverde andaluza, la ikurriña de Javi Martínez o la tricolor canaria, porque nuestros jugadores se acuerdan de su tierra, es normal. Andrés Iniesta se acordaba de Fuentealbilla, y si hubiera tenido una bandera de su pueblo, o de Castilla-La Mancha, la hubiera ondeado, y no por eso debemos pensar que es un nacionalista o un independentista manchego.

Debería servir de lección para aquellos que dicen que se rompe España, o que España no es una nación… España es una nación plural, pero unida. Y esta unidad no es necesario que se imponga a golpe de bandera, porque es un sentimiento que aflora por sí mismo, ya se sea de izquierdas, de derechas o apolítico, no confundamos el ondear la bandera y sentirte orgulloso de tu país con el hacer alusión a un pasado funesto como fue el Franquismo, no cometamos el error de dejar que unos pocos se apropien de nuestros símbolos, porque nuestro propio escudo nos recuerda que somos una pluralidad pero con un mismo sentimiento, nos lo recuerdan esos 5 escudos de los antiguos reinos (Castilla, León, Aragón, Navarra y Granada) junto con el símbolo de la Casa de Borbón en el centro.

Algunos dicen que la victoria española sólo ha servido como engañabobos, para que nos olvidemos por unos días de la situación del país (paro, desprestigio de la política, caída de la confianza,…). Y la verdad, tienen razón, pero no en lo referente a calificarlo de modo negativo. Los españoles necesitaban un estímulo, algo que les alegrase, algo que les sacara de la monotonía informativa centrada casi únicamente en la crisis, y, por suerte, lo han conseguido.

Dice un bueno amigo mío que en el Mundial es donde las naciones se juegan su prestigio, y hasta hace poco no le había tomado en serio, pero lo cierto es que ahora me he dado cuenta de que no le falta razón, porque España se jugaba mucho y, sin duda, lo ha ganado todo.

1 comentario :

María Núñez dijo...

Me ha encantado! y no es peloteo... xD

A todo esto, yo si hubiera sido una de ellos, también hubiese sacado mi bandera de Extremadura, porque es un gran símbolo representativo para mi =)

Y bueno, me encantó Sergio Ramos cuando le dio ese gran abrazo al presidente... =) ¡qué grandes!

Creo que falta algo... la mención especial para Casillas. Majo, que una cosa es que seas del Atlético de Madrid y otra que te olvides del gran salvador de los goles y dueño y señor de la portería española: Iker Casillas =D.

Otro detalle, Javi Martínez no es vasco, es navarro!

Mañana nos vemos! =P