viernes, 13 de abril de 2012

Al Estado, ni mu



Bien es sabido por quienes entienden un mínimo de política que la socialdemocracia y el socialismo en general deben abogar siempre por una redistribución más equitativa de la riqueza y que de ésta se encargue en Estado en la medida de sus posibilidades.

Ha sido este año, estudiando Sistema Económico Español, cuando me he dado cuenta de la cantidad de empresas públicas que tenía nuestro país antes de la llegada por primera vez al Gobierno del Partido Popular, en Marzo de 1996. Grandes empresas que suenan temibles como Endesa, Repsol, Gas Natural o Telefónica eran hasta ese momento empresas públicas, del Estado, con precios públicos que los españoles podíamos permitirnos sin duda mucho mejor que hoy día siendo privadas. La mayoría de ellas fueron creadas en los periodos autárquicos o bien de Miguel Primo de Rivera o bien de la dictadura Franquista. En la época del primero respondían a principios corporativistas imitando a la Italia de Mussolini, en la del segundo a necesidades de intervención estatal de emergencia (como la nacionalización de las empresas privadas de ferrocarriles en una sola, RENFE, en los ’40).

Hoy día nos encontramos con un país que crece rápidamente acompañado de una política social expansiva: es el caso de Argentina, gracias a un liderazgo carismático como el de Cristina Fernández de Kirchner. A imitación de la nacionalización petrolífera que hizo el Presidente Chávez en Venezuela, Kirchner ha empezado los trámites para que la empresa YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales), empresa que era pública hasta 1992. YPF era considerada en su día una “empresa padre”, porque su beneficio público era el que construía colegios, carreteras o puentes, era el emblema argentino del autoabastecimiento energético, aunque bien es verdad que no producía todo el petróleo que necesitaba el país. Para más datos sobre el papel de YPF os recomiendo este artículo de Francisco Peregil en ElPaís.com.

El gran escollo a este proceso es que YPF pertenece ahora al grupo Repsol-YPF, y como era de esperar, las alarmas han saltado tanto en la propia empresa como en el Gobierno español. El Ministro de Asuntos Exteriores, García Margallo, ya ha enarbolado su estandarte de los tercios y ha puesto la pica en Flandes como si del propio Alatriste se tratase, anunciando que España no va a tolerar esta acción.

Entonces se nos plantea este galimatías: Una empresa privada, en este caso Repsol, le está diciendo a un Gobierno soberano, elegido por los ciudadanos argentinos, que no puede hacer uso de esa misma soberanía y reclamar para sí, para sus gentes, para su pueblo, el petróleo argentino, la empresa YPF que nunca debió venderse…

En otros tiempos esto nos parecería un escándalo, y debería parecérnoslo, pero hoy día visto lo visto con esta crisis el papel de los estados ha quedado muy desdibujado en favor de las empresas privadas. Pero quizá esto sirva para darnos cuenta y meternos en la mollera que si Miguel Boyer, como ministro socialista de economía, expropió Rumasa porque el Estado podía hacerlo, Argentina puede hacer lo mismo con su petróleo, porque antes que de cualquier empresa privada, es suyo, los recursos naturales son siempre y el última instancia propiedad del Estado. Y, llamadme traidor a la patria, pero, en esto, estoy con Cristina.