sábado, 23 de octubre de 2010

Resulta que al final Barreda tenía razón...


Como muchos españoles, el miércoles por la mañana, mientras escuchaba como cada día ¡Anda ya! antes de ir a clase, me quedé sin habla cuando conocí la noticia de que el Ejecutivo no iba a sufrir, únicamente, el cambio de caras en el Ministerio de Trabajo e Inmigración, sino en cinco ministerios más.

Los rumores de un posible cambio en el Gobierno eran muy débiles todavía, analistas y politólogos esperaban este cambio una vez estuviesen más cerca las Elecciones municipales y autonómicas del 22 de Mayo. Pero Zapatero ha utilizado el tirón de estabilidad política de los pactos con PNV y Coalición Canaria para la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para trasladar esa estabilidad a su gabinete y al Partido.

Una vez dichos los preliminares, pasaré al fondo de la cuestión analizando por separado los cambios:

Leiré Pajín, la pupila del Presidente

Muchos se sorprendieron del nombramiento de Pajín como Ministra de Sanidad, Igualdad y Política Social (desapareciendo el Mº de Igualdad), pero lo cierto, a mi modo de ver, es que era de esperar. Dado que Trinidad Jiménez se va a ocupar de Asuntos Exteriores, como ya diré más adelante, la vacante en Sanidad debía ocuparlo alguien que, a mi juicio, beneficiara a los demás dejando su puesto, en el caso de Pajín, la Secretaría de Organización del PSOE. El encargar a Pajín un ministerio con ya pocas competencias como es el de Sanidad (la mayoría de las competencias en esta materia están en las CC.AA), a mi manera de ver, forma parte de una estrategia basada en desmarcarla como cara visible del aparato del Partido colocando en su lugar a una figura de gran trayectoria política como es Marcelino Iglesias, actual Presidente de Aragón.

Trinidad Jiménez, siempre fiel

Si algo conocemos todos, especialmente tras el proceso de primarias en la Cdad. de Madrid, es que Trinidad Jiménez comenzó en política en tiempos de Felipe González, pero que su impulso definitivo se ha dado con Rodríguez Zapatero al frente del Partido y del Gobierno. Su colocación en el Mº de Asuntos Exteriores y Cooperación en sustitución del, en mi opinión, insustituible Miguel Ángel Moratinos, es para algunos el “premio” por haberse presentado como la apuesta de Zapatero en Madrid. Yo no lo veo así. Si hay alguien cercano al Sec. General con experiencia en política exterior esa es Jiménez. Su trayectoria política la ha llevado a residir en muchos países y a encargarse de la Secretaría de Estado para Iberoamérica durante algún tiempo. Bien es verdad que su profesión no es la de diplomática de carrera, como es el caso de Moratinos.

Ramón Jáuregui, de Bruselas a la Madrid

Tras encabezar junto a Juan Fernando López Aguilar la lista socialista para las Elecciones al Parlamento Europeo de 2009, el que fuera Vicelehendakari del Gobierno Vasco y Secretario General del PSE-EE, Ramón Jáuregui, ha acudido a la llamada de Zapatero para, coloquialmente hablando, poner orden en el Consejo de Ministros. Bien es verdad que ese “orden” ha costado deshacerse de uno de los pesos pesados de los gobiernos socialistas desde 2004, María Teresa Fdez. de la Vega. Las declaraciones que se han dejado entrever de Jáuregui y del propio Zapatero transmiten que la misión principal será la de marcar una única línea de comunicación que corrija errores como los de los últimos meses en los que, según palabras de la oposición, “cada ministro decía una cosa”.

Rosa Aguilar, con el puño levantado

Sí, hace año y medio conocíamos como la hasta entonces alcaldesa comunista de Córdoba, feudo de IU desde los tiempos de Anguita, Rosa Aguilar, pasaba a ocupar la Consejería de Obras Públicas y Vivienda de la Junta de Andalucía, presidida por el socialista José A. Griñán. Este cambio le costó su militancia en Izquierda Unida. Pero también hizo que su tesón y su actitud pusieran el ojo del aparato federal en ella. Y así, año y medio después de aquel día, el Pte. del Gobierno, que veía como millares de votos de personas más a la izquierda de la línea general del PSOE se iban por el retrete, la nombró Ministra de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino. La cartera que ocupaba desde 2004 Elena Espinosa (antes desdoblada por un lado en Medio Ambiente y por otro en Agricultura y Pesca), de aparente poca importancia para algunos, ha servido para poner una pieza más, la de ser un Gobierno de izquierdas, a esta coraza que el Ejecutivo se coloca para afrontar los quince meses de legislatura.

Valeriano Gómez, regreso al pacto social

Valeriano Gómez, quien ya trabajara con Jesús Caldera durante la VIII Legislatura en el antiguo Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, estuvo presente, como todos los medios se han encargado de difundir, en la manifestación del 29 de Septiembre contra la reforma laboral. Es por eso por lo que Zapatero ha llamado a Gómez a ocuparse de la cartera de Trabajo e Inmigración. No debemos olvidar que fueron los sindicatos los que primero gritaron “¡Zapatero, dimisión!”. Estando tan cerca las autonómicas y municipales, comunidades como Castilla y León o Asturias, no pueden jugársela teniendo problemas tan sonados como los de los mineros. Si Rosa Aguilar ha servido para recuperar esa pieza clave de la izquierda, Valeriano Gómez es la pieza sindical que ha acompañado al PSOE desde su fundación en 1879.

Alfredo Pérez Rubalcaba, el salvavidas socialista

El título no va con sorna, ni mucho menos. Si analizamos la trayectoria de los Gobiernos de Felipe y de Zapatero, encontraremos como puntos comunes el acudir a una figura de la talla de Alfredo Pérez Rubalcaba, valorado tanto por socialistas como por la oposición, para reflotar la imagen del Gobierno en tiempos difíciles. Los éxitos conseguidos en materia anti-terrorista en los últimos años y su intachable trayectoria, se lo han puesto fácil a Zapatero a la hora de escogerle como nuevo hombre fuerte del Ejecutivo. Rubalcaba, que ostentará, además de la Vicepresidencia Primera, la Portavocía del Gobierno, es una pieza clave, al igual que Jáuregui, a la hora de transmitir esa fuerza y confianza.

En resumen, este cambio no ha dado fuerza a Gobierno y a Partido, sino también a la militancia, que veían a un Zapatero cabizbajo y desorientado tras las reformas acometidas en los últimos meses. Y esta energía es la que necesitamos para, en 2011, cortarle el paso a la derecha del Partido Popular, que ya se ve con un pie en Presidencias autonómicas como las de Castilla-La Mancha (Cospedal), Aragón (Rudi) o Extremadura.

Y sí, como ha dicho Zapatero hoy en el Comité Federal, “viendo las caras del PP, parece que hemos acertado”

martes, 12 de octubre de 2010

Por un compañero, Manuel Alexandre




Dice una muy buena amiga mía que desde hace tiempo mi blog se ha vuelto monotemático, que sólo habla de política cuando la descripción del blog dice lo contrario.

Pues bien, hoy mi post va dedicado a Manuel Alexandre, grandioso actor español que ha fallecido hoy, Día de la Fiesta Nacional, a los 92 años.

Alexandre ha sido de esos actores que, especialmente junto a José Luís López Vázquez, fallecido en 2009, y a Agustín González, fallecido en 2005, no ha sido el actor de una generación, sino de muchas. Mis abuelos pudieron verles, después de defender los ideales republicanos (combatió en el batallón del General Miaja defendiendo Madrid, donde conoció a Fernando Fernán Gómez), empezar sobre las tablas del teatro, mis padres triunfar en los pocos títulos que se salvaban del penoso cine del Franquismo y yo les he visto recibir los títulos a toda una carrera, como el Goya de Honor. Pero además, gracias a Internet y los DVD’s, mi generación ha podido verles en un intento frustrado de atraco a un banco en “Atraco a las tres”, rizando el rizo de lo absurdo en “Amanece, que no es poco” o viendo cómo el alzhéimer les consumía en “¿Quién eres?”.

De estos tres grandes fallecidos en los últimos años, era Alexandre el que despertaba, al menos en mí, mayor ternura. Un tertuliano de “Hoy por hoy Madrid” en la SER se refería a él hace unas horas como “el otro abuelo de todos los españoles”, y tenía razón. Alexandre siempre me ha recordado a mi abuelo, del que apenas tuve tiempo para despedirme hace ahora año y medio. No porque se parecieran físicamente, qué va, sino porque ambos me despertaban esa ternura, porque ambos tenían un mismo sentimiento: el anti-belicismo. Cuando Alexandre recogió en 2002 el Goya de Honor, expresó que él “sólo tenía un deseo: que la palabra guerra desaparezca de los diccionarios”. Mi abuelo me dijo un día que yo, que quería dedicarme a la política, tenía que “evitar que ocurriese otra guerra como la Guerra Civil en España”.

Otro buen amigo mío, reflejo del absentismo político que campa entre la juventud hoy día, cuando se celebran unas elecciones, introduce en el sobre, como voto nulo, la foto de alguien relevante que haya fallecido ese año o el anterior. Es cierto que, muy a nuestro pesar, han muerto personajes de la talla de Miguel Delibes o José Saramago, pero, conociéndole, sé que ya tiene preparada para mayo de 2011 la foto del otro abuelo de todos los españoles.

MANUEL ALEXANDRE, REQUIESCAT IN PACE (RIP)