lunes, 6 de diciembre de 2010

6D: Jornada de reflexión


Si hay algo que llevo notando en los últimas semanas es que ciertos sectores de mi pensamiento van tomando posturas más "radicales". En un principio pensé que el tener clase de Geografía Política con un profesor como Pablo Iglesias Turrión, uno de los fundadores del partido Izquierda Anticapitalista, o de Estructura Social de España con un emérito en temas de América Latina como es Marcos Roitman, podían ser factores decisivos de influencia.

Pero sus clases, a decir verdad, no son tanto una influencia para mi como un espacio para reflexionar. Y si hay un tema del que llevo reflexionando un tiempo es sobre la Constitución Española de 1978, de cuya aprobación hoy celebramos el 32º aniversario.

Cada vez que en los entornos políticos más mediáticos de habla de nuestra carta magna, no faltan jamás halagos, loas y toda esa parafernalia. Se aduce a que la CE es una constitución ejemplar que nació de una transición ejemplar.

Yo parto de la base de que nuestra transición democrática no fue ejemplar, ya que no se destruyó por completo el sistema franquista. Pero eso es un tema muy largo que abordaré en otra publicación. Lo que ahora viene a cuento es esa Constitución "perfecta".

La estructura y los movimientos sociales y políticos de finales de los '70 configuraban un complejo marco que se pudiera reflejar en una constitución "para todos". Y si bien en 1978 la CE no reflejó esa sociedad que pedía un cambio total, a día de hoy menos aún.

Problemas serios como que España es un estado “aconfesional”, porque por entonces era “incendiario” poner “laico”, el que no se refleje el sistema autonómico, o la inoperatividad territorial del Senado eran preocupantes por entonces. Hoy, 32 años después, insostenibles.

Tampoco soy de los que cree que una constitución republicana nos libraría hasta de la suegra solucionando todos nuestros problemas, porque no se puede ser tan ingenuo

Como expuse en el post anterior, la propia figura del Jefe del Estado en la persona de Juan Carlos I debe verse como un elemento más de la Transición, y si esa transición ya terminó, su reinado también debería haberlo hecho.

Pero el problema va mucho más allá de monarquía o república. Nuestro sistema se ha convertido en un gigante con los pies de barro que para solucionar sus propios problemas se muestra ineficaz. Países europeos como Francia o la propia Rep. Federal Alemana renuevan su constitución aproximadamente cada dos años para adaptarse a las nuevas realidades sociales, como pueden ser la entrada masiva de inmigrantes o cosas tan sencillas como el matrimonio homosexual. En España el propio sistema lo pone tan complicado que la sola mención de una reforma hace que los nostálgicos de aquella transición “modélica” se echen las manos a la cabeza.

De esta forma, nos encontramos con una España cambiante, cada vez más, y que se revuelve en una jaula constitucional demasiado estrecha para un animal tan fiero.

Reflexionen todos los que puedan antes de alabar nuestro sistema democrático y constitucional cada 6 de Diciembre, que para eso nos dan un día de fiesta, para que se convierta en una jornada de reflexión perfecta.