La verdad es
que llevaba tiempo queriendo escribir este artículo, y, habiendo terminado ya
los exámenes y renombrado mi blog, creo que es el momento idóneo.
Ni siquiera
hace falta saber de política para darse cuenta de que nuestro partido está en
una de las épocas más difíciles de su Historia desde la Transición. Los reveses
electorales de Mayo y Noviembre de 2011 no han podido ser compensados ni de
lejos con las victorias en Marzo de este año en Andalucía y Asturias.
Expertos en
la materia, sociólogos, politólogos y demás humanistas, siguen enfrascados en
la discusión del “qué ha podido pasar” para que en tan pocos años la clase
política, y por consiguiente los partidos políticos, sean considerados el 3er
problema nacional después de la economía y el desempleo. Todos los jóvenes
piensan (no me incluyo, aunque soy joven, porque yo no lo pienso) que los
políticos han estado siempre ahí como una rémora social a la que la sociedad alimentaba
muy a su pesar, pero quienes tienen algunos años más saben que hubo un tiempo,
los años finales de la década de los ’70 y la mayor parte de los ’80 en que se
veía a los políticos (cada uno a los suyos,
claro) como alguien que podía trabajar por el bien común, como alguien que se
ganaba de verdad su sueldo en el Parlamento Nacional, en la asamblea
legislativa regional o en el Ayuntamiento. Por aquel entonces, un mitin era un
pequeño montaje, con una tarima y un sistema de audio lo más decente posible,
en mitad de una plaza de un municipio, o como mucho en una plaza de toros, al
aire libre, a la vista de todos, de libre acceso, y donde la atención estaba
puesta únicamente en el orador, el político, porque lo que importaba era lo que
él dijera, no que hubiese 10 pantallas o el logo del partido a todo color en
grandes dimensiones.
Para ilustrarlo,
recuerdo un vídeo que un buen amigo me pasó hace algunos meses. Era un acto de Felipe González en Castellón, con motivo de las Elecciones Generales de 1977,
las primeras tras la muerte de Franco. Felipe sale a una tarima en la que
únicamente hay un micrófono, un retrato suyo y uno de Pablo Iglesias, ambas
junto al logo del partido. Y miles de personas se congregaban para escucharle
en un día de calor (era Mayo) sofocante, pero aguantaban, y no querían
macroescenarios, querían a Felipe, a su candidato.
Continuando con
la mirada al pasado, hace unas semanas, colocando unas estanterías de mi
habitación, encontré unos ejemplares de El Socialista (el periódico interno del
PSOE) nada menos que de esa misma campaña en que hablaba Felipe, la de 1977. Eran
unos 5 ejemplares, semanales, y cada
semana salían las fotos de los candidatos de las diferentes provincias. Pero lo
que más me sorprendió era el “servicio al ciudadano” que prestaba el periódico
y, por tanto, el partido. Se hablaba de la Fiesta de la Libertad, una fiesta al
aire libre en el campo de fútbol de San Blas. Un día en que de la manera más
humilde el partido y sus militantes preparaban bocadillos y los vendían a
precios populares a la gente, ponían música, acudían cantantes (Ana Belén,
Víctor Manuel, Serrat,…) y la gente pasaba un día estupendo con un partido que
estaba a su altura, a nivel ciudadano, que les comprendía, que les hablaba de
tú a tú. De acuerdo, puede que no estuviese el propio Felipe o el gran Guerra
asando los chorizos, pero la gente sentía que les eran cercanos sin embargo.
Cuando las
agrupaciones locales abrieron de nuevo, conservaban su nombre de Casa del
Pueblo, como en la época previa a la Guerra Civil, ¿por qué? Pues porque seguían
siendo eso, casas para el pueblo. Allí la gente entraba para conversar, para
aprender (aunque afortunadamente ya no hacía tanta falta), para enterarse de
las diferentes actividades, para tomar un vino, para visionar una película,…
….y, ¿qué
tenemos hoy? Os lo diré…
Al estar en
un sistema que protege constitucionalmente a los partidos, éstos reciben
subvención pública. Vale, hasta ahí por mí, vale. Pero, si recibimos dinero
público, deberíamos afianzar aún más nuestro compromiso con los ciudadanos ¿no?
Pues, bajo mi punto de vista, no es así, al menos a niveles superiores a lo
local.
Desde los
últimos años del felipismo, nos hemos convertido en un partido en que lo
importante es tener la sede más moderna y bonita, en ver quién tiene mejores
sistemas informáticos en sus despachos,…
Iré comparando
cada aspecto de los que he citado antes con la actualidad:
A día de
hoy, si uno va a un mitin, vaya quien vaya, se encuentra con un macroescenario
con pantallas led y el logo PSOE por todas partes, como si uno no supiera a qué
partido pertenece Rubalcaba, Alfonso u Oscar López. Que vale, un ciudadano de a
pie a lo mejor duda, pero con que lo vea una vez vale ¿no? Diréis claro, un
ciudadano lo verá cuando pase por delante de este escenario al aire libre… ¿al
aire libre? Aunque no os lo creáis, aunque los comicios sean en Mayo, nuestros
mítines nos empeñamos en hacerlos en lugares cerrados (auditorios, palacios de
congresos, centros culturales,…), claro, es normal, hay que restringir el
acceso a los militantes o simpatizantes, porque un mitin es para convencer a
los indecisos… pero, espera, ¿los militantes no se supone que ya votaremos al
partido y que no nos hace falta esa convicción adicional? Entonces, ¡¿qué
demonios pretendemos?! En una entrevista que le hacían en la campaña del ’82,
Felipe decía “lo malo no es convencer a los convencidos, sino convencer a las
personas, a aquellos que están en la indecisión, que se creen las mentiras”. Hace
poco, sin embargo, con motivo de la Fiesta de la Rosa el 2 de Mayo, el PSM
organizó un acto con Tomás Gómez en la Plaza del Dos de Mayo con un escenario
muy precario por los motivos económicos que todo el mundo conoce, y organizó el
reparto de paella cocinada al aire libre en 3 paelleras gigantes, ¿sabéis qué?
Es el primer mitin en mucho tiempo en que veo a cientos de personas aplaudir
sin la banderita del partido, porque eran ciudadanos de a pie, ciudadanos que
escuchaban a Tomás, y les bastaba con sus palabras, les daba igual el
escenario, porque después compartirían con él, mano a mano, un plato de paella,
entre ciudadanos, no entre ciudadanos y políticos.
Vale, de
acuerdo, ahora dejaremos los macroescenarios para convencer a nuestros propios
militantes y pasaremos a lo que hoy podríamos conocer como las herederas de
aquellas fiestas populares como la Fiesta de la Libertad.
Cuando poco
a poco empecé a tomar conciencia de la política en mi adolescencia e iba con
mis padres a las míticas Fiestas del PCE en la Casa de Campo, me preguntaba: si
el PSOE es el partido en el Gobierno y tiene más dinero que Izquierda Unida,
¿por qué no organiza fiestas como ésta? Os confesaré que, años después, sigo
sin saber contestar. Como “consuelo” podríamos decir que tenemos las casetas
que ponemos en las diferentes fiestas municipales o de distrito en el caso de
Madrid. Llegas a esas casetas y conversas con los que la llevan, y te
sorprendes de que, muchas, demasiadas veces (pero no todas, aclaro), los que la
llevan no son militantes, ¡son trabajadores de una contrata externa! Pero, ¿no
son puestos para estar mano a mano con los vecinos y hablar con ellos de los
problemas locales? Para algunos esto sólo sirve a día de hoy para recaudar… y
diréis, ¿pero no se recaudará más con la autogestión ya que no hay que pagar a
la contrata? Sin comentarios…
Y vuelves a
pensar en la Fiesta de la Libertad, claro, esa la organizaba el PSOE federal,
Ferraz vamos… pero, ¿ha hecho algo parecido Ferraz? No, para algunos es más
importante, como decía antes, los macromítines que una sencilla paella o unos
bocadillos con buena música, o pagar hoteles para los delegados de Madrid en un
Congreso Federal que se celebra… ¡en Madrid! Claro, muy lógico todo…
El Socialista,
muchos oiréis el nombre de este diario que ha sido el oficial del Partido desde
su fundación en 1879. Era el del Partido, sí, pero, ¿cómo podían tenerlo en mi
casa si yo soy el primero de la familia que milita? Pues porque antes se vendía
en los kioscos, se vendía porque militar en un partido mayoritario era algo que
se podía decir con la cabeza bien alta sin que nadie te soltara un reproche,…
se vendía porque en él escribían cargos orgánicos pero también militantes de
toda España, de todas las federaciones, desde Vigo hasta Reus, de Bilbao a
Algeciras. Se incluían viñetas, recomendaciones de libros, información sobre
medidas tomadas por los socialistas en otros países de Europa…. ¡eso es lo que
la gente quiere leer! No quieren leer mes tras mes artículos del Secretario
General o de la Vicesecretaria General diciendo que somos estupendos y los
únicos malos son los del PP, ¿Qué la ciudadanía no confía en nosotros? ¡Culpa
del PP! Si nosotros somos estupendos… ¡No! ¡Autocrítica, por favor!
Y un último
aspecto es algo que en los ’80 no existía, y son las redes sociales virtuales. Facebook,
Twitter, Flickr,… todos tenemos, y utilizamos estas pequeñas herramientas de
difusión para ser oradores virtuales, para difundir nuestras ideas… pero,
¿quién las lee? Las lanzamos para que nos oigan nuestros propios compañeros y
nos den una palmadita en la espalda diciendo “¡Bien dicho!”. Pero, vuelvo a lo
de antes, ¿no debemos convencer a los no convencidos?
Sí, muchos “visionarios”
dicen que no estamos en la España de los ’80 y por tanto no podemos estar en un
PSOE de los ’80, pero, en esos años ’80, llenábamos plazas con gente no
militante, la gente, aunque no compartiera nuestras ideas, nos veía cercanos,…
¿por qué creéis que quienes llenan son Felipe y Guerra? ¿Por qué creéis que
Pedro Castro seguía ganando elecciones en Getafe a pesar de sus años? Ahora
tendremos Twitter y Facebook, pero cada vez veo más vacíos los mítines…
¿Negacionista de la utilidad de los mismos? ¡Para nada! Como Secretario de
Comunicación de JSM Centro sé perfectamente que son un medio muy útil para
llegar a la gente, sobre todo a los más jóvenes. Entonces tengamos el
continente de hoy, pero el contenido de entonces.
“Porque
nuestro partido es un partido del pueblo, para el pueblo y que nace del pueblo”
Felipe
González Márquez, 1977