domingo, 1 de julio de 2012

Lo que nos hace falta...


La verdad es que llevaba tiempo queriendo escribir este artículo, y, habiendo terminado ya los exámenes y renombrado mi blog, creo que es el momento idóneo.
Ni siquiera hace falta saber de política para darse cuenta de que nuestro partido está en una de las épocas más difíciles de su Historia desde la Transición. Los reveses electorales de Mayo y Noviembre de 2011 no han podido ser compensados ni de lejos con las victorias en Marzo de este año en Andalucía y Asturias. 

Expertos en la materia, sociólogos, politólogos y demás humanistas, siguen enfrascados en la discusión del “qué ha podido pasar” para que en tan pocos años la clase política, y por consiguiente los partidos políticos, sean considerados el 3er problema nacional después de la economía y el desempleo. Todos los jóvenes piensan (no me incluyo, aunque soy joven, porque yo no lo pienso) que los políticos han estado siempre ahí como una rémora social a la que la sociedad alimentaba muy a su pesar, pero quienes tienen algunos años más saben que hubo un tiempo, los años finales de la década de los ’70 y la mayor parte de los ’80 en que se veía  a los políticos (cada uno a los suyos, claro) como alguien que podía trabajar por el bien común, como alguien que se ganaba de verdad su sueldo en el Parlamento Nacional, en la asamblea legislativa regional o en el Ayuntamiento. Por aquel entonces, un mitin era un pequeño montaje, con una tarima y un sistema de audio lo más decente posible, en mitad de una plaza de un municipio, o como mucho en una plaza de toros, al aire libre, a la vista de todos, de libre acceso, y donde la atención estaba puesta únicamente en el orador, el político, porque lo que importaba era lo que él dijera, no que hubiese 10 pantallas o el logo del partido a todo color en grandes dimensiones.

Para ilustrarlo, recuerdo un vídeo que un buen amigo me pasó hace algunos meses. Era un acto de Felipe González en Castellón, con motivo de las Elecciones Generales de 1977, las primeras tras la muerte de Franco. Felipe sale a una tarima en la que únicamente hay un micrófono, un retrato suyo y uno de Pablo Iglesias, ambas junto al logo del partido. Y miles de personas se congregaban para escucharle en un día de calor (era Mayo) sofocante, pero aguantaban, y no querían macroescenarios, querían a Felipe, a su candidato.

Continuando con la mirada al pasado, hace unas semanas, colocando unas estanterías de mi habitación, encontré unos ejemplares de El Socialista (el periódico interno del PSOE) nada menos que de esa misma campaña en que hablaba Felipe, la de 1977. Eran unos 5 ejemplares, semanales,  y cada semana salían las fotos de los candidatos de las diferentes provincias. Pero lo que más me sorprendió era el “servicio al ciudadano” que prestaba el periódico y, por tanto, el partido. Se hablaba de la Fiesta de la Libertad, una fiesta al aire libre en el campo de fútbol de San Blas. Un día en que de la manera más humilde el partido y sus militantes preparaban bocadillos y los vendían a precios populares a la gente, ponían música, acudían cantantes (Ana Belén, Víctor Manuel, Serrat,…) y la gente pasaba un día estupendo con un partido que estaba a su altura, a nivel ciudadano, que les comprendía, que les hablaba de tú a tú. De acuerdo, puede que no estuviese el propio Felipe o el gran Guerra asando los chorizos, pero la gente sentía que les eran cercanos sin embargo.

Cuando las agrupaciones locales abrieron de nuevo, conservaban su nombre de Casa del Pueblo, como en la época previa a la Guerra Civil, ¿por qué? Pues porque seguían siendo eso, casas para el pueblo. Allí la gente entraba para conversar, para aprender (aunque afortunadamente ya no hacía tanta falta), para enterarse de las diferentes actividades, para tomar un vino, para visionar una película,…

….y, ¿qué tenemos hoy? Os lo diré…

Al estar en un sistema que protege constitucionalmente a los partidos, éstos reciben subvención pública. Vale, hasta ahí por mí, vale. Pero, si recibimos dinero público, deberíamos afianzar aún más nuestro compromiso con los ciudadanos ¿no? Pues, bajo mi punto de vista, no es así, al menos a niveles superiores a lo local.

Desde los últimos años del felipismo, nos hemos convertido en un partido en que lo importante es tener la sede más moderna y bonita, en ver quién tiene mejores sistemas informáticos en sus despachos,…

Iré comparando cada aspecto de los que he citado antes con la actualidad:

A día de hoy, si uno va a un mitin, vaya quien vaya, se encuentra con un macroescenario con pantallas led y el logo PSOE por todas partes, como si uno no supiera a qué partido pertenece Rubalcaba, Alfonso u Oscar López. Que vale, un ciudadano de a pie a lo mejor duda, pero con que lo vea una vez vale ¿no? Diréis claro, un ciudadano lo verá cuando pase por delante de este escenario al aire libre… ¿al aire libre? Aunque no os lo creáis, aunque los comicios sean en Mayo, nuestros mítines nos empeñamos en hacerlos en lugares cerrados (auditorios, palacios de congresos, centros culturales,…), claro, es normal, hay que restringir el acceso a los militantes o simpatizantes, porque un mitin es para convencer a los indecisos… pero, espera, ¿los militantes no se supone que ya votaremos al partido y que no nos hace falta esa convicción adicional? Entonces, ¡¿qué demonios pretendemos?! En una entrevista que le hacían en la campaña del ’82, Felipe decía “lo malo no es convencer a los convencidos, sino convencer a las personas, a aquellos que están en la indecisión, que se creen las mentiras”. Hace poco, sin embargo, con motivo de la Fiesta de la Rosa el 2 de Mayo, el PSM organizó un acto con Tomás Gómez en la Plaza del Dos de Mayo con un escenario muy precario por los motivos económicos que todo el mundo conoce, y organizó el reparto de paella cocinada al aire libre en 3 paelleras gigantes, ¿sabéis qué? Es el primer mitin en mucho tiempo en que veo a cientos de personas aplaudir sin la banderita del partido, porque eran ciudadanos de a pie, ciudadanos que escuchaban a Tomás, y les bastaba con sus palabras, les daba igual el escenario, porque después compartirían con él, mano a mano, un plato de paella, entre ciudadanos, no entre ciudadanos y políticos.

Vale, de acuerdo, ahora dejaremos los macroescenarios para convencer a nuestros propios militantes y pasaremos a lo que hoy podríamos conocer como las herederas de aquellas fiestas populares como la Fiesta de la Libertad.

Cuando poco a poco empecé a tomar conciencia de la política en mi adolescencia e iba con mis padres a las míticas Fiestas del PCE en la Casa de Campo, me preguntaba: si el PSOE es el partido en el Gobierno y tiene más dinero que Izquierda Unida, ¿por qué no organiza fiestas como ésta? Os confesaré que, años después, sigo sin saber contestar. Como “consuelo” podríamos decir que tenemos las casetas que ponemos en las diferentes fiestas municipales o de distrito en el caso de Madrid. Llegas a esas casetas y conversas con los que la llevan, y te sorprendes de que, muchas, demasiadas veces (pero no todas, aclaro), los que la llevan no son militantes, ¡son trabajadores de una contrata externa! Pero, ¿no son puestos para estar mano a mano con los vecinos y hablar con ellos de los problemas locales? Para algunos esto sólo sirve a día de hoy para recaudar… y diréis, ¿pero no se recaudará más con la autogestión ya que no hay que pagar a la contrata? Sin comentarios…

Y vuelves a pensar en la Fiesta de la Libertad, claro, esa la organizaba el PSOE federal, Ferraz vamos… pero, ¿ha hecho algo parecido Ferraz? No, para algunos es más importante, como decía antes, los macromítines que una sencilla paella o unos bocadillos con buena música, o pagar hoteles para los delegados de Madrid en un Congreso Federal que se celebra… ¡en Madrid! Claro, muy lógico todo…

El Socialista, muchos oiréis el nombre de este diario que ha sido el oficial del Partido desde su fundación en 1879. Era el del Partido, sí, pero, ¿cómo podían tenerlo en mi casa si yo soy el primero de la familia que milita? Pues porque antes se vendía en los kioscos, se vendía porque militar en un partido mayoritario era algo que se podía decir con la cabeza bien alta sin que nadie te soltara un reproche,… se vendía porque en él escribían cargos orgánicos pero también militantes de toda España, de todas las federaciones, desde Vigo hasta Reus, de Bilbao a Algeciras. Se incluían viñetas, recomendaciones de libros, información sobre medidas tomadas por los socialistas en otros países de Europa…. ¡eso es lo que la gente quiere leer! No quieren leer mes tras mes artículos del Secretario General o de la Vicesecretaria General diciendo que somos estupendos y los únicos malos son los del PP, ¿Qué la ciudadanía no confía en nosotros? ¡Culpa del PP! Si nosotros somos estupendos… ¡No! ¡Autocrítica, por favor!

Y un último aspecto es algo que en los ’80 no existía, y son las redes sociales virtuales. Facebook, Twitter, Flickr,… todos tenemos, y utilizamos estas pequeñas herramientas de difusión para ser oradores virtuales, para difundir nuestras ideas… pero, ¿quién las lee? Las lanzamos para que nos oigan nuestros propios compañeros y nos den una palmadita en la espalda diciendo “¡Bien dicho!”. Pero, vuelvo a lo de antes, ¿no debemos convencer a los no convencidos?

Sí, muchos “visionarios” dicen que no estamos en la España de los ’80 y por tanto no podemos estar en un PSOE de los ’80, pero, en esos años ’80, llenábamos plazas con gente no militante, la gente, aunque no compartiera nuestras ideas, nos veía cercanos,… ¿por qué creéis que quienes llenan son Felipe y Guerra? ¿Por qué creéis que Pedro Castro seguía ganando elecciones en Getafe a pesar de sus años? Ahora tendremos Twitter y Facebook, pero cada vez veo más vacíos los mítines… ¿Negacionista de la utilidad de los mismos? ¡Para nada! Como Secretario de Comunicación de JSM Centro sé perfectamente que son un medio muy útil para llegar a la gente, sobre todo a los más jóvenes. Entonces tengamos el continente de hoy, pero el contenido de entonces.

Porque nuestro partido es un partido del pueblo, para el pueblo y que nace del pueblo

Felipe González Márquez, 1977