viernes, 22 de marzo de 2013

...y ahora, Chipre

Con la llegada paulatina de la primavera, la prima de riesgo bajando, la misión francesa avanzando en Mali y Bersani ganando en Italia, parecía que la relativa calma europea nos permitía enfrascarnos de nuevo en nuestros ya clásicos quehaceres: Bárcenas, la crisis del PSOE, Artur y sus consejeros de la taula redona,… Pero los problemas en Europa saltan cuando menos te lo esperas… ¿o sí? La alerta saltaba en la pequeña República de Chipre.


¿Chipre? Pero, ¿dónde está Chipre? ¿Es de la Unión? Para muchos de los que no viven por y para la política como nosotros los habitantes de Somosaguas apenas sonaba ese nombre. Este pequeño país de 800.000 habitantes (70% de etnia griega y 30% de etnia turca), independiente del Reino Unido desde 1960, entró felizmente en la UE en 2004 y en el Euro en 2008. A pesar de su particular situación (el Norte de la isla lleva invadido por tropas turcas desde 1974 y se autodenomina Rep. Turca del Norte de Chipre, aunque sólo Turquía lo reconoce), la vida en Chipre es una vida apacible, con una convivencia entre las dos etnias amparada por la Constitución y el bilingüismo, unas remesas de libras anuales por permitir a Reino Unido mantener bases militares, un sector servicios amparado sobre todo en el turismo, una inversión en I+D bastante aceptable, un crecimiento anual del 9% del PIB mientras el resto de Europa se sumía en una profunda crisis…

¿Qué pasó entonces?  Todo ha sido una cadena de infortunios. El Presidente marxista del AKEL Dimitrios Jristofias gozaba de una alta popularidad gracias a la buena marcha del país, sobre todo comparado con su entorno. Pero llegó el 2011 y el primer golpe a la economía chipriota: un contenedor con munición incautada a un barco iraní con destino a Siria hacía explosión en la base naval deEnvangelos Florakis, al Sur de la ciudad de Limassol. El número de muertos se eleva a 12 y los desperfectos causan una contracción del 2% de la economía.

Mientras, su vecino y natural aliado, Grecia, se sumía en la más profunda depresión económica. Por lazos fraternales y económicos, los pequeños bancos chipriotas (Kipriakí Trápedsa-Banco de Chipre, Laikí Trápedsa-Banco Popular,…), aislados en buena medida de la hecatombe bancaria europea, comenzaron a comprar masivamente deuda pública del Estado heleno, con el fin de ayudar a sus vecinos y confiando en una tarde o temprana recuperación. Pero la soga del FMI y de Bruselas (o más bien de Berlín) se cerraba cada vez más sobre Grecia, y fue necesaria una quita del 50% de la deuda griega, lo que hizo que los bancos chipriotas comenzaran a tener serias dificultades. Las pérdidas de ambos bancos sumaban 4.200 millones, el 24% del PIB de Chipre.

Pero sólo un año antes, en verano de 2012, nada más asumir la Presidencia Rotatoria de la UE, el gobierno chipriota solicita un préstamo de 5.000 millones de euros para sanear su banca. Hay dos prestamistas: la Unión Europea o la Federación Rusa, aliado de Chipre desde la Guerra Fría. Las críticas de muchos de los estados miembros de la UE fueron inmediatas hacia Jristofias por siquiera pensar en otro prestamista que no fuera Europa. El propio Jristofias alegó que  “no hay nada malo en barajar otras opciones, Rusia no es la Unión Soviética”, y optó por intentar combinar ambas ayudas. Al final ni una ni otra.

Y la olla a presión estalla en 2013. Las elecciones presidenciales de Marzo se entienden en clave de facilidades para el rescate. Los comunistas, en el poder, saben que tienen muy pocas posibilidades, por lo que confían en los socialdemócratas. Los conservadores se alzan como los mejores negociadores con Merkel para el rescate europeo. Ambos pasan a la segunda vuelta, que finalmente da la victoria a los conservadores de Anastasiadis.
A pesar de Bruselas intenta optar por no cometer los errores de Grecia, la propuesta pasa porque los contribuyentes chipriotas con depósitos de +20.000 € paguen un 5% de sus ingresos y los de +100.000 un 10%, así hasta, junto con la aportación estatal, sumar 5.800 millones de euros a ofrecer a Europa a cambio de 10.000 millones para sanear la banca.

Anastasiadis accede, pero no hay que olvidar que en los sistemas presidencialistas la mayoría parlamentaria puede estar en manos de un partido diferente a la del Presidente, ya que éste es elegido directamente y no a través del parlamento. Éste es el caso chipriota. Y ocurre lo que la Troika no se esperaba: los parlamentarios  escuchan a sus representados en la calle y votan NO a la propuesta (excepto los conservadores de Anastasiadis, en minoría). La reacción de Merkel no se ha hecho esperar, y esta misma mañana ha retado a la propia democracia diciendo a los parlamentarios chipriotas que “no pongan a prueba la paciencia de la Troika”.

Mientras, en la calle, los ciudadanos hacen cola en los cajeros, que sólo les permiten sacar 240 €/día, ya que los bancos llevan cerrados desde el domingo 17. La situación es tal, que Reino Unido manda un avión cargado con 1 millón de euros en efectivo para sus soldados de las bases navales en Chipre.
Ya hemos descrito la situación. Ahora toca que nos preguntemos varias cosas:


¿En qué ha fallado esta vez Bruselas?

Sin ánimo de defender a la UE, está claro que del error griego se ha aprendido y mucho. A pesar de que la situación no es la misma (la crisis griega era de deuda estatal y falseo de cuentas públicas, la de Chipre es bancaria), los esfuerzos exigidos a Grecia no podían volver a pedírsele a un país de 800.000 habitantes que representa el 0,2% de la economía europea. Sin embargo, ésta vez la “pistola” no se ha puesto en la cabeza del Estado, sino directamente sobre los propios ciudadanos exigiéndoles esfuerzos en metálico y no a través de recortes sociales. ¿Es esto preferible a lo de Grecia? Desde luego, lo que no deja de lado la imagen de Bruselas como cobrador del frac llamando puesta por puerta para exigir el dinero.


¿Qué pinta Rusia en todo esto?

Bueno, Rusia fue la otra opción que barajó Jristofias, y es aliado de Chipre desde los ’70. ¿Nada más? Es sabido por todos que desde la caída de la URSS el Estado ruso se ha caracterizado por su porosidad, su corrupción y su falsa democracia. Esta inestabilidad hizo que muchos millonarios rusos depositaran sus ahorros en una economía segura europea como es la chipriota. Y, lógicamente, serían estos multimillonarios quienes más directamente se verían afectados por la quita europea, lo que está llevando a muchos a sacar sus ahorros, lo que hundiría (aún más) a la banca.


¿Será Chipre el último caso?

Todo apunta a que no. En una situación muy parecida aunque por circunstancias diferentes se encuentra Eslovenia, un país algo más grande (2.000.000 hab).

Tras esto, cabe pensar lo siguiente: ¿Cuántos más países deben sufrir anemia para que Europa entienda su verdadero deber? ¿Cuántos más ciudadanos deben sufrir hasta que Ángela Merkel gane las próximas legislativas en Alemania? ¿Cuándo, de una vez por todas, el BCE funcionará como un auténtico banco central y no como un apéndice del Bundesbank y cuándo se dará cuenta la Comisión Europea que los ciudadanos no pueden seguir creyendo en la Unión Europea ante semejantes holocaustos económicos y sociales?

A pesar de todo, y llamadme loco si queréis, pero sigo creyendo que otra Europa es posible…